La hipnosis, en el contexto clínico, permite al paciente experimentar una sensación de profunda relajación, mientras su atención se focaliza hacia su “mundo interior” y hacia las sugerencias adecuadas hechas por el terapeuta, que le ayudan a hacer cambios positivos.
Aunque en el cine parezca que la persona pierde la voluntad, el control y la consciencia, el paciente se encuentra en un estado lúcido en todo momento pudiendo decidir interrumpir la hipnosis si así lo considera oportuno, de hecho es una de las intervenciones más seguras. Cuando la persona está hipnotizada, se encuentra en un estado mejorado de consciencia en el que está totalmente concentrado en lo que el terapeuta le va indicando, permitiéndole así conectar con mayor facilidad con determinados recuerdos, emociones o pensamientos automáticos y provocar de una manera más rápida cambios en sus procesos cognitivos, fisiológicos, emocionales y conductuales. La hipnoterapia es una herramienta que se puede utilizar para cualquier problema psicológico siempre contextualizada dentro de una línea de intervención.